Este fin de semana se celebra El Carnaval que es, la primera fiesta de disfraces de este mes carnavalero, la primera de tantas a las que pienso asistir. Y como no podía ser de otra manera, ya tengo un disfraz de zorrón para cada una de ellas, todos basados en fantasías y comprados en tiendas de adultos.
A la primera fiesta acudiré con un disfraz de enfermera sexy. Es un uniforme y un rol que me da bastante morbo, y no puedo dejar de sacar a relucir en un día tan desinhibido como puede ser una fiesta de disfraces, donde cada uno adopta el personaje al que representa, y por ende, yo me volveré un poco más sanitaria y me entrarán ganas de auscultar a quienes se me pongan a tiro. Faltaría más.
¿Pero qué pasaría en la situación contraria? ¿Si el médico es el otro y yo la paciente? A decir verdad, el presentar una posición totalmente entregada y vulnerable, cedida a las manos de un sanitario uniformado y respaldado por sus útiles médicos, me da bastante respeto a la vez que placer psicológico… y físico. Todo se reduce a lo mismo, ya sea en el mundo de la dominación, como puedo ser yo ejerciendo la dominación de enfermera con los pollones duros y redimidos a mis ganas, o como puedo ser de sumisa, con un superior tratando mis males con algarabía y altivez sexual.
Y siempre se puede dar la circunstancia de que vayas a tratar tus males a urgencias y el médico de turno, pase de tus dolencias y te dé por el culo literalmente. ¿Se lo preguntamos a Rebeca Linares? Démosle al play.