Sábado de verano, 40 grados de calor en la calle, paseo y estoy sudada, deseo llegar a casa para poder darme una ducha bien fría. A cada paso que doy mi siento mas sudorosa y aun más caliente, ya no solo por la calor de la calle si no de pensar que cuando llegue a casa tendré a ese hombre alto fuerte y vigoroso esperándome en casa dispuesto a follarme bien duro. Me ha llamado por teléfono y esas voz ronca y sensual diciéndome que me espera con ansias hace que la garganta se me reseque aún más. Con su llamada mi corazón se acelera, y mis bragas se ponen muy húmedas, es increíble el poder de la voz de él, pero me pone muy guarra, a mil por hora.
Sigo caminando, cada vez más rápido porque empiezo a notar que por mis piernas baja humedad y mis bragas ya no tienen función alguna. Ya me quedan pocos metros para estar junto a mi hombre, recibo un mensaje que dice «Estoy dispuesto para ti» mi bello se eriza y me detengo, mis coño esta al borde del límite, lo necesito, necesito que me folle. Ya no camino, ya voy corriendo hacia la puerta de casa y torpeo al meter las llaves en la cerradura, el sudor se empieza a ver visible en mi escote, cuando por fin consigo abrir la puerta lo encuentro delante de mi, vestido tan solo con unos vaqueros desabrochados del botón superior. Empiezo literalmente a relamerme y el sabe que yo lo deseo; doy un paso hacia él y continuo sin detenerme. Cuando lo tengo a tan sólo unos centímetros de mi cara me susurra en el oído, «Soy todo tuyo». Mis piernas flojean un poco y mis bragas ya se pueden escurrir de tan mojada que estoy…
Empieza a desnudarme quitándome el vestido por encima de la cabeza, pronto descubre que chorreo literalmente por él. Me pasa un solo dedo por encima de las bragas y lo huele, y después lo saborea. A cada momento que pasa me pongo más y más cachonda. Me quita las bragas muy lentamente y eso hace que yo ya enloquezca de lujuria y en cuanto acaba le termino de desabrochar el pantalón y busco la pared más cercana.
Me subo a horcajadas sobre él y no me lo pienso dos veces me meto la polla bien dura y grande en mi coño. La sensación es la mejor del mundo, al fin lo tengo dentro. Él gira sobre si mismo y me empotra contra la pared, me agarra bien fuerte del culo y me embiste, cada embestida es más fuerte aún y yo no puedo evitar gritar e incarle las uñas en su musculada espalda. Me retuerzo de placer, siento que mi orgasmo está apunto, con cada embestida siento como me lleno un poco más y más. Mi hombre disfruta como nunca antes lo había visto, me excita verlo así, verle lleno de lujuria, placer y pasión. Empieza con embestidas más y más fuertes hasta que ambos llegamos a corrernos y explotar con dos posesos.
Necesitamos un tiempo para recuperarnos y que nuestras respiraciones vuelvan a su ser… Nunca jamás me había sentido tan llena y tan viva a la vez.