Rendida a la polla de mi jefe, lo necesito, lo deseo.
Los gustos sexuales de mi jefe son bastante variopintos. Por llamalo de alguna manera. Hoy cuando llegué a la oficina estaba de un humor… terrible. En encima yo hoy no había ido vestida nada provocativa. Hoy no tenía yo el día para ningún polvo. Ni mi ropa interior era de lo más sexy. Digamos que hoy fui a la oficina a trabajar de verdad. Me puse unos jeans, una camiseta blanca, una chaqueta negra y unos tacones nude. Todo bastante normal, o al menos eso me parecía a mi.
Yo como secretaria de mi jefe, hoy entré a sus despacho par tomar las notas de las reuniones como cualquier otro día. Cuando entre me lo encuentro un tanto alterado. Pero hay una cosa en la que no puedo evitar fijarme, tiene una enorme polla intentando salir de los pantalones.
Intento mantener la compostura, pero me es difícil. Los sudores se empiezan a instalar en mi. Me remango, y me empiezo a sentir mareada. Me siento en una de los sillones individuales que hay en el despacho. Lo único que puedo pensar es en «no hoy no» «centrate, es tu jefe, no lo hagas mas» Es difícil concentrarse más cuando él me mira, y sabe que me he puesto nerviosa. No se en que momento le he cedido el control sobre mí.
«centrate, es tu jefe, no lo hagas mas»
Hasta ahora era yo la que lo controlaba. Era yo quien lo ponía cachondo a él. Pero hoy es él. Ese hombre robusto de traje que está frente a mi mirándome. Se quita la chaqueta y la corbata, se desabrocha los botones de arriba de su camisa blanca. Y ahí está sale el aroma que tanto me gusta. Puedo notar como se tensa conforme se acerca a mi. Es como si me viniera un bofetón de aire limpio cada paso que da. Puedo sentir mi corazón a mil por hora, y sentir que mis bragas empiezan a mojarse.
Se inclina hacia mi y con su voz tan sensual me dice «Te deseo». Mis bragas pasan a estar súper mojadas. Mi cabeza solo piensa en que esto no está bien. Pero mi cuerpo no obedece. Mi cuerpo ha empezado a reaccionar. Mis labios buscan los suyos. Empiezo a relamerme, se me cae la agenda y la libreta de notas al suelo y me suelto el pelo. Mis manos se van solas hacia él. Y puedo notar como se tensa, como se pone cada vez más cachondo.
Intento retomar el control. No lo beso, tan solo le voy desabrochando la camisa. Como mi boca muy cerca de la suya. Sin dejar de mirarlo. Sé que eso le mata, necesita tener el control. Creo que poco a poco lo estoy consiguiendo. Le saco la camisa por esos hombros tan bien esculpidos. Paso mis manos por su torso, lo hago lento. Le hago sufrir. Cuando llego al cinturón me detengo y le digo mirándole a los ojos muy fijamente. ¿Que es lo que deseas de mi?
¿Que es lo que deseas de mi?
Me mira y un segundo después me agarra, me besa y me desnuda. No puedo evitar seguir, le quito el cinturón. Le bajo la cremallera y ahí está una buena polla bien dura. Sin calzoncillos, ni ropa que se interponga. Me tiene cogida en brazos y me lleva al sillón largo de su despacho. Allí me tumba y me baja el pantalón. Me quita las bragas muy mojadas y me mira con sonrisa picarona.
No se lo piensa mucho. Me la mete sin pensarlo dos veces. Y que delicia para mi coño. Lo necesitaba, lo ansiaba. Necesitaba tanto follármelo que me estaba autoconvenciendome de que no. Pero mi cuerpo habla solo. Mi cuerpo dice que lo necesita, lo ansía. Él se da cuenta de esto, y me da embestidas cada vez más fuertes. No hablamos, tan solo nos miramos. Y gozamos del polvazo. Son tantas las ganas que tengo de más que le muerdo en el cuello y eso desata una gran oleada de placer en él. No puede evitarlo y me levanta del sofá sin soltarme y me lleva contra la pared primero. Ahí me hace alcanzar mi primer orgasmo. Después me lleva a su mesa y puedo encontrar el segundo orgasmo. Pero no contento con todo eso me tumba en el suelo y es ahí donde puedo rozar el cielo con el orgasmo más grande que haya podido tener. El llega tambien al clímax y me llena entera. Puedo sentir como su polla palpita en mi interior.
No se como lo ha conseguido, pero me tiene completamente a su merced. Y necesito más y más.